La enfermedad del pulmón negro, una de las causas de mortalidad entre los trabajadores de las minas de carbón, vuelve a aumentar después de 30 años desde que el Congreso norteamericano aprobó leyes de minería más duras, coinciden expertos en salud y seguridad. El 75 por ciento de los 29 mineros que murieron en abril del año pasado en la explosión de la mina Upper Big Branch, de West Virginia, tenía signos de enfermedad del pulmón negro.
El 75 por ciento de los 29 mineros que murieron en abril del año pasado en la explosión de la mina Upper Big Branch, de West Virginia, tenía signos de enfermedad del pulmón negro.
“Esa (…) es una cifra terrible, en especial por la edad de algunos de esos trabajadores”, dijo Davitt McAteer, que dirigió el estudio realizado a pedido del ex gobernador Joe Manchin. El informe responsabilizó a la empresa Massey Energy por fallas de seguridad: “El compromiso del operador con la producción fue a costa de la seguridad”.
Eso incluyó sistemas de ventilación inadecuados e incumplimiento de los estándares de control del polvo de roca. En su respuesta, Massey no se refirió a la cuestión de la enfermedad del pulmón negro, pero señaló: “Nuestro objetivo es hallar respuestas y tecnologías que hagan la mina más segura”.
El polvo del carbón es una de las principales causas de enfermedades pulmonares, como la neumoconiosis de los trabajadores del carbón (CWP por sus siglas en inglés), enfisema, silicosis y bronquitis, lo que se conoce colectivamente como pulmón negro.
Esto provoca deterioro pulmonar, discapacidad permanente y muerte, pero se puede prevenir, como todas las enfermedades laborales. El sindicato United Mine Workers (UMW) estima que unos 1.500 ex trabajadores de minas de carbón mueren anualmente por esa enfermedad. Hoy hay 130.000 mineros de carbón en Estados Unidos, comparado con 760.000 en 1927, según el Departamento de Trabajo.
Datos del Instituto Nacional de Seguridad Ocupacional y Salud (NIOSH) revelan que la incidencia de los casos de la enfermedad del pulmón negro disminuyeron entre 1977 y comienzos de la década de 1990, con la sanción de la ley Coal Mine Safety and Health Act, pero esa tendencia se detuvo en 1995-1999 y la incidencia de la enfermedad creció desde entonces.
En los trabajadores activos con más de 30 años de antigüedad, la prevalencia de la CWP bajó del 35 por ciento en los 70 al 7 por ciento en los 90. Pero creció un 10 por ciento a mediados del 2000, según NIOSH.
Entre 1995 y el 2004, más del 75 por ciento de las muertes por CWP ocurrió en los estados con minas de carbón (Pensilvania, West Virginia, Virginia y Kentucky). Sólo en Pensilvania, se registró casi la mitad de todos los decesos por CWP. “Sigue cobrándose la vida de mineros y hay sitios clave, como la zona sur de West Virginia y la zona este de Kentucky, donde opera Massey”, dijo el portavoz de UMW, Phil Smith.
Aunque en la mayoría de las minas existen máscaras y dispositivos respiratorios, Smith señaló que muchos mineros no los usan. La Administración de Seguridad y Salud Minera (MSHA) sostiene que, aunque no hay cura para la enfermedad, existen medidas que impone la MSHA para reducir la exposición a las partículas del polvo de carbón que pueden inhalarse.
“Aunque esas medidas están vigentes desde hace años, siguen surgiendo nuevos casos de pulmón negro en los mineros del país, aun en los más jóvenes”, informó la MSHA. Según el informe McAteer sobre el desastre de Upper Big Branch, la enfermedad del pulmón negro se detectó en 17 de las 24 autopsias realizadas.
Algunos de esos trabajadores tenían apenas 25 años y cinco tenían menos de 10 años de antigüedad en minas de carbón. “La prevalencia de la neumoconiosis en los mineros del carbón que murieron en Upper Big Branch sorprende y preocupa”, concluyen los autores del informe, en el que se recomendó que para el 2012, la industria y las autoridades estatales y federales adopten medidas para reducir el límite de exposición aceptable al polvo de carbón en las minas.
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