Los más comunes afectan la sangre, el sistema nervioso central y el sistema linfático
Un registro minucioso, en el que participan a voluntad 91 médicos y centros especializados en la atención de chicos y adolescentes con cáncer, revela que cada año en el país se les confirma la enfermedad a 1272 menores de 19 años.
Las leucemias, que afectan la sangre; los tumores del sistema nervioso central y los linfomas, que se instalan en el sistema linfático, son las enfermedades oncopediátricas más frecuentes desde que se puso en práctica el Registro Oncopediátrico Hospitalario Argentino (ROHA).
La iniciativa, que este año cumple una década, es de la Fundación Kaleidos y ayer se presentaron en la Academia Nacional de Medicina los resultados de los primeros nueve años de recolección de datos de todo el país, aunque el ROHA este año celebra una década.
"Es un proyecto muy importante porque cubre el 90% de todos los tumores infantiles y adolescentes de la Argentina, pero también lo es porque nuestro país carece de buenos datos epidemiológicos de la incidencia del cáncer en adultos, por lo que el ROHA se convierte en un muy buen ejemplo a seguir -precisó el doctor Roberto Pradier, director del Instituto Nacional del Cáncer-. Existen registros poblacionales, de mayor o menor calidad, que alcanzan al 30% de la población afectada, e ignoramos lo que le sucede al 70% restante. Este es un excelente ejemplo metodológico y nos abre el camino a lo que debemos hacer."
Los resultados presentados, en cuya publicación colaboró la Fundación Ronald McDonald, revelan que en el país se diagnostica un promedio anual de 1272 pacientes con alguno de los 12 grandes grupos de malignidades, según la clasificación internacional de cáncer pediátrico (ver infografía).
La mayoría de esos pacientes (82%) reciben tratamiento en los hospitales públicos pediátricos de mayor complejidad, mientras que el resto (18%) es atendido en centros privados. Cuatro de cada 10 chicos necesitan migrar a otra provincia en algún momento del tratamiento para recibir atención en un hospital de mayor complejidad.
Al 36,7% de los chicos y adolescentes se les diagnostica cáncer en la sangre (leucemia), seguido de los tumores del cerebro y de médula (18,5%), y los linfomas (12,7%), que se desarrollan en los nódulos y los ganglios linfáticos y debilitan el funcionamiento del sistema inmune.
"La distribución, aquí, sigue un patrón universal -explicó minutos antes de la presentación la directora del ROHA, doctora Florencia Moreno-. Se ajusta a la de los tumores en pediatría, lo que habla de la buena calidad del registro."
En general, precisó la oncóloga infantil, las cifras se mantienen bastante estables desde 2000, incluida la distribución de los distintos cánceres por grupos etarios.
El desafío pendiente que destaca el equipo responsable del ROHA es la sobrevida de los pacientes. Es que el 15% de los chicos y adolescentes registrados fallece durante el primer año a partir del diagnóstico. Y la sobrevida promedio de los pacientes es del 65%, aun por debajo del 70-80% alcanzado en los países desarrollados.
La mortalidad no depende sólo de la agresividad del tumor. Moreno detalló que influye también el retraso diagnóstico y la calidad del sostén del paciente en la primera etapa del tratamiento. "Hubo una disminución de la mortalidad al mes y al año del diagnóstico en el período 2005-2008, pero la sobrevida sigue siendo más baja -dijo-. En la práctica, vemos chicos con enfermedades progresivas y con metástasis, que necesitan un tratamiento más intenso y complejo. Esto muestra un retraso en el diagnóstico y la derivación. Estamos trabajando para que en el imaginario de la comunidad médica se instale la posibilidad de que un chico puede tener cáncer."
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