Una investigación sugiere que el imatinib mesilato puede reducir la producción de beta-amiloide, una proteína que se acumula en el cerebro de estos enfermos.



Investigadores de la Universidad de Rockefeller, Estados Unidos, han descubierto una proteína que fomenta el desarrollo de la enfermedad del Alzheimer a través de la producción de la proteína beta-amiloide, una de las moléculas implicadas en este trastorno neurodegenerativo. El equipo sugiere, en el mismo estudio, que el anticancerígeno imatinib mesilato podría abrir una vía al desarrollo de nuevas terapias para tratar la enfermedad, según explican en un artículo publicado en Nature.

En la enfermedad de Alzheimer, la proteína beta-amiloide se acumula en el cerebro y hace que las células nerviosas se debiliten y mueran. Los fármacos diseñados para eliminar las placas de beta-amiloide necesitan entrar en el cerebro y destruirlas sin atacar a las células cerebrales sanas. En este estudio se explica que los tratamientos modelados sobre el imatinib mesilato podrían ser la solución a este problema.
Este fármaco tiene la capacidad de unirse a una proteína que desencadena la producción de placas beta-amiloides. La investigación muestra que esta proteína, denominada GSAP, aumenta en gran medida y de forma selectiva la producción de beta-amiloide. GSAP funciona a través de un mecanismo que implica sus interacciones con la gamma-secretasa, una enzima que corta la proteína precursora amiloide, una gran molécula que se produce de forma natural en el cuerpo y que se encuentra en muchos tipos de células diferentes.
Así, los investigadores demuestran que GSAP estimula la producción de beta-amiloide en líneas celulares y que la reducción de GSAP reduce también la beta-amiloide.

Resultados esperanzadores
Los investigadores también examinaron, en un modelo de ratón, la acción de GSAP sobre el Alzheimer al desactivar el gen que codifica esta proteína. Para ello, utilizaron la interferencia de ARN y descubrieron que los niveles de beta-amiloide, así como el desarrollo de las placas, disminuían. Los estudios bioquímicos mostraron que el imatinib mesilato reduce la producción de beta-amiloide al unirse a GSAP y evitar la activación de la gamma-secretasa.
Sin embargo, la molécula de imatinib mesilato no cruza la barrera cerebral sanguínea, aunque los investigadores creen que será posible diseñar fármacos dirigidos a GSAP, pero que no tengan esta limitación.
Según explica Paul Greengard, Premio Nobel 2000 en Medicina por su investigación sobre la comunicación neuronal y responsable del estudio, los fármacos anti-amiloides representan un método válido para tratar la enfermedad de Alzheimer, pero su incapacidad para acumularse en el cerebro ha limitado su utilidad. "El desarrollo de componentes que funcionan como Glivec (imatinib mesilato), pero que tienen la capacidad de traspasar la barrera cerebral sanguínea y que se dirigen a GSAP podrían revolucionar el tratamiento de esta enfermedad", concluye Greengard.