lunes, 27 de septiembre de 2010

Enfermedades silenciosas: GLAUCOMA


Camino a la ceguera

El glaucoma lleva a la pérdida total de la visión porque los pacientes llegan al consultorio cuando el daño ya es grande. Por eso, es importante conocer esta enfermedad y estar atentos a sus mínimas señales.


El glaucoma es la segunda causa de ceguera en el mundo, después de la catarata, y afecta aproximadamente a 7,6 millones de personas ciegas de ambos ojos en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo más grave de ella es que cuando se la detecta, ya llegó a su peor ataque.

Esta enfermedad deteriora al nervio óptico del ojo, un conjunto de fibras que lleva la información de lo que se observa al cerebro. Cuando se daña este nervio, se comienza a perder el campo visual aunque, en una primera etapa, el paciente no se da cuenta y recién nota un deterioro visual cuando perdió un gran porcentaje de visión.

Además, a diferencia de la ceguera por catarata, la que causa el glaucoma es irreversible. Por eso, la energía de los médicos está puesta en reducir a la mínima expresión la pérdida visual.

Se estima que en los países industrializados, la mitad de los pacientes con glaucoma no sabe que lo padece y en las naciones en vías de desarrollo estas cifras son aún mayores. Por eso, a pesar de que está descripta desde mediados del siglo pasado, en muy pocos casos se puede llegar a confundir con alguna otra enfermedad que afecta la visión, es bastante sencilla de diagnosticar y está muy contemplada e investigada por la mayoría de los oftalmólogos, esta silenciosa hace que sean los pacientes los que llegan tarde a la consulta.

Grupos de riesgo

Si bien es cierto que el glaucoma puede afectar a personas de todas las edades, los mayores de 45 años son los que más riesgos presentan. Por eso, los especialistas hacen hincapié en que a partir de los 40 deben realizarse los exámenes cada dos años y, quienes tienen antecedentes familiares, el mismo estudio en forma anual.

Las personas mayores de 60 años duplican la posibilidad de tener la presión ocular elevada y los mayores de 70 la triplican. También deben estar atentos los familiares de personas con glaucoma, las personas de ascendencia africana (siete personas de raza negra por cada 2 de raza blanca tienen glaucoma).

También están expuestos quienes padecen miopía (un error en el enfoque visual que causa dificultad de ver los objetos distantes), diabetes, hipertensión arterial, factores vasculares, jaquecosos y/o migrañosos, asmáticos y quienes tienen tensión arterial mínima baja.


Llegar a tiempo

El glaucoma se detecta en un examen ocular de rutina, al que la mayoría de los pacientes llega con disminución de la visión. El profesional mide la visión, examina el fondo de ojo y toma la presión ocular. Si la misma se observa aumentada, posteriormente la examinará mediante una lente especial que se apoya en el ojo.

Existen distintos tipos de glaucoma:

El más común es el primario de ángulo abierto, que carece de síntomas. El nervio óptico se daña gradualmente, lo que es acompañado por una pérdida en el campo visual, que comienza generalmente por la visión periférica. Si el glaucoma no es controlado, la enfermedad puede llevar a la ceguera.

El glaucoma agudo o de ángulo cerrado presenta presiones muy elevadas o aumentos súbitos. Los síntomas también se agravan y se presenta visión borrosa, dolor de cabeza, nauseas o vómitos, aparición de círculos de colores alrededor de las luces brillantes, pérdida repentina de la visión o visión borrosa

En enfermedad avanzada ya hay pérdida de visión periférica (a los costados), problemas de adaptación al entrar a cuartos oscuros o para manejarse a la noche y dificultad para encontrar objetos que están delante por visión “tubular”.

Lo más importante

El glaucoma detectado en forma temprana, rara vez ocasiona ceguera.

Es una enfermedad crónica: no se cura, se trata.

Es irreversible y una de las dos primeras causas más frecuentes de ceguera en el mundo.

Se calcula que hay alrededor de 68 millones de personas con glaucoma en el mundo. El 10% de ellas son ciegas.

La ceguera bilateral está presente en aproximadamente el 10% de los individuos con glaucoma de ángulo abierto y ocurre en el 25% a 30% de los pacientes con glaucoma de ángulo estrecho.

Varios millones más tienen presión intraocular elevada aunque no han desarrollado daño aún.

El glaucoma no da síntomas en la mayoría de los casos. Asimismo en la enorme mayoría de los casos la ceguera puede prevenirse con un control y tratamiento adecuados.

Los tratamientos

El glaucoma se puede controlar con medicamentos, láser, cirugía o la combinación de estos métodos. Si con la medicación, el paciente no mejora o se rehúsa a tratarse por esa vía, existe la posibilidad de realizar cirugías con láser o en forma convencional.

Químico: se indican colirios que disminuyen la presión ocular durante las 24 horas para evitar los picos de hipertensión que destruyen más rápidamente el nervio óptico. Los pacientes deben cumplir con el tratamiento y controlar según el esquema pactado con su oftalmólogo la presión ocular, verificando que la droga indicada sea efectiva.

Láser: primero es importante destacar que no todos los pacientes son pasibles de someterse a este tipo de intervenciones ya que se necesita de una indicación precisa del médico. En el glaucoma de seno abierto, especialmente en los llamados pigmentario y exfoliativo, se puede realizar una trabeculoplastía (aplicaciones de láser en el seno camerular). Si bien esta cirugía no es definitiva, en muchos casos ayuda a controlar o disminuir la presión ocular por un lapso de tiempo. Estos pacientes, a veces, después de dos o tres años necesitan de una cirugía en quirófano, si es que el daño del nervio óptico no se detuvo.

Cirugía: hay distintos tipos y su objetivo final es crear una vía de salida con menor resistencia del humor acuoso para que no se siga dañando el nervio óptico. Si la presión que queda post cirugía puede dañar el nervio, es aconsejable reforzar el tratamiento con colirios. Con los años, puede necesitarse otra operación, ya que a veces la fístula creada previamente se ocluye por el mismo tejido (cicatrización).

Asesoramiento: Dr. Alejo Peyret (presidente de la Asociación Argentina de Glaucoma) y Dr. Fabián Lerner (presidente de la Fundación para el estudio del glaucoma).

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