Médicos británicos comenzarán a probar un tratamiento con drogas que favorecería los trasplantes. Con un fármaco recubren los órganos del donante con una suerte de escudo protector, que impide que sean rechazados por el sistema inmunológico del receptor.
Se espera que este tratamiento prolongue, además, el tiempo que los órganos se mantienen saludables en el cuerpo del receptor y aumente también su vida útil, de forma que puedan ser almacenados durante más tiempo, o trasladados a mayor distancia antes de ser utilizados. Si el protocolo funciona, se podría suavizar la carga de los servicios de trasplante de órganos, en donde existe una creciente brecha entre la oferta y la demanda. El año pasado en el Reino Unido había 8.000 personas en lista de espera para trasplantes de riñón, pero sólo se practicaron 2.500 operaciones. El año pasado también, 448 pacientes fallecieron mientras esperaban un órgano.
La gente que recibe este tipo de cirugías debe tomar medicamentos para suprimir su sistema inmunológico, pero el cuerpo reacciona lo suficiente como para hacer que los trasplantes fracasen. Un riñón trasplantado dura un promedio de 10 años nada más, cerca de un tercio del tiempo que podría durar. Organos como el corazón y el hígado también tienen una vida limitada. La consecuencia es que los pacientes que ya tuvieron un órgano donado podrían precisar otro.
El nuevo tratamiento, creado por investigadores del King’s College de Londres, se basa en el mecanismo de defensa que los órganos sanos usan para protegerse de posibles ataques del sistema inmunológico.
Las moléculas de proteína que salpican la superficie de los órganos mantienen al sistema inmunológico bajo control e impiden que lance un ataque. Pero estas proteínas se pierden cuando los órganos son extraídos del cuerpo, manipulados y almacenados con hielo. El equipo del King’s College halló una manera para fabricar estas proteínas y creó una droga llamada microcept, que puede ser ingresada al organismo a través del suero.
“Creamos una proteína, la microcept, para combatir el daño al órgano que se produce durante su tránsito fuera del cuerpo humano e inmediatamente después del trasplante” indicó Richard Smith, director del Protein Therapeutics Laboratory. Los estudios sugieren que este procedimiento podría alargar la vida de un riñón trasplantado cerca de siete años. Los científicos creen que el tratamiento extenderá también la vida útil de los órganos donados; y que podría estar disponible para pacientes dentro de unos cinco años.
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