domingo, 17 de enero de 2010
Larvas en heridas.. evitan infecciones
Probablemente ver una herida por la que se pasean los gusanos sea algo realmente repugnante para mucha gente. Incluso, puede que resulte asqueroso tan sólo el pensar en ello. Pero dejando la repugnancia aparte los gusanos pueden llegar a ser beneficiosos y a suponer la salvación del herido como ya saben desde hace bastante tiempo los médicos militares.
Las primeras noticias sobre el poder curativo de las larvas de los insectos nos llegan de hace aproximadamente cinco siglos. En las grandes batallas que tuvieron lugar durante el Renacimiento con grandes extensiones de terreno llenas de muertos y heridos cuyas heridas se iban pudriendo poco a poco y llenándose de gusanos, se observó cómo algunos iban mejorando y lograban sobrevivir. Se llegó a ver que los gusanos de las heridas ayudaban a eliminar la infección.
El caso mejor documentado es el de dos soldados que durante la I Guerra Mundial quedaron abandonados en el campo de batalla con heridas muy graves. Los encontraron al cabo de una semana y parece que lograron salvar su vida gracias a la acción benefactora de las larvas sobre las heridas. Esto llevó a seguir investigando el efecto de las larvas de los insectos y en 1931 el médico W. S. Baer comunicó que había tenido éxito en la curación de una infección ósea (osteomielitis) por aplicación de las larvas. Se siguió experimentando y hacia 1940 las larvas se utilizaban como terapia para luchar contra diversas infecciones y quemaduras. Posteriormente el tratamiento ha caído en desuso, parece ser que debido a lo repugnante que resulta.
La interpretación que se ha hecho de estos efectos terapéuticos es que las larvas tienen el hábito de “masticar” los tejidos infectados o necrosados, dejando a un lado los que están en buen estado. De esta manera, se consigue que desaparezcan las bacterias que dan lugar a la infección manteniendo las heridas limpias. También parece que el continuo movimiento de estos seres diminutos estimula el crecimiento de tejidos sanos, lo que favorece la cicatrización. Es posible también que lleguen a liberar algún agente antibacteriano.
El Dr. Mumcuoglu ha observado de cerca a estas larvas microcirujanas. Junto a sus colegas parasitólogos y microbiólogos, ha hallado que las larvas contribuyen a la curación de la herida en más maneras que removiendo los tejidos muertos e infectados. Las larvas excretan tres sustancias diferentes que ayudan a la curación de los tejidos.
Una es un tipo de antibiótico, que la larva necesita ya que su alimento es tejido descompuesto que contiene bacterias letales. La evolución le ha provisto de un antibiótico natural muy efectivo para protegerse de ellas. Probaron los antibióticos producidos por las larvas en diferentes tipos de bacterias resistentes a los antibióticos comunes, descubriendo que son muy eficientes.
Además vieron que las larvas también excretan sales que cambian el pH en la herida, haciéndolo menos ácido y más neutro. Las heridas se curan mejor en un medio de pH neutro.
Y tercero, excretan una sustancia que parece impulsar el proceso de curación, a la vez de reforzar el sistema de inmunidad del paciente.
En una conferencia internacional realizada en Jerusalem en 1999, la larvaterapia tuvo un lugar de honor, cuando 70 científicos de 11 países debatieron terapias que usan seres vivos para el tratamiento de las enfermedades.
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