MÉXICO DF- Estuvo a punto de pegarse un tiro que acabara con cinco años postrado en una cama viendo cómo su cuerpo crecía hasta salirse del colchón matrimonial que soportaba sus casi 600 kilos de peso.
Hasta que su historia saltó a los medios de comunicación, Manuel Uribe se hundía en la depresión y la soledad de un polígono industrial de la ciudad de Monterrey. Sólo su madre esparcía con paciencia samaritana los tres botes diarios de pomadas y ungüentos que necesitaba para rebajar la irritación y las llagas que provocaban pliegues y más pliegues de piel: 580 kilos de carne y casi dos metros de altura que terminaron por convertirse en un desafío para médicos de medio mundo.
La última vez que este corresponsal visitó su casa, Manuel se dormía intentando acabar las frases. Apenas tenía fuerzas para cubrir sus dos inmensas piernas con la sábana, y el pollo y las gasas daban olor al extraño ambiente de enfermedad y resignación que rodeaban el lecho desde el que miraba la calle. Sólo su profunda fe le habían quitado de la cabeza la idea del suicidio.
Casi un año después, sin embargo, todo parece distinto en la vida de Manuel y la esperanza ya no tiene forma de Biblia, sino de aceite de pescado. Un milagroso extracto que, junto a una rigurosa dieta, ha logrado bajar 160 kilos en los últimos nueve meses el peso de Manuel, devolviendo, de paso, la ilusión a un hombre de 41 años de carácter sencillo y bonachón, al que aseguran volverá a andar por sí mismo.
La última vez que salió a la calle lo había hecho en una grúa. Como su nueva sonrisa, también las paredes de su habitación lucen ahora más blancas. Sobre él hay una estructura metálica con la que consiguió hacer sus primeros ejercicios en muchos años. De ahí logra colgarse y hacer algo parecido a flexiones.
Pero hasta que apareció el remedio y la atención médica personalizada, Manuel había probado sin éxito "libros, fajas reductoras, batidos, pastillas, hierbas y todos aquello que aparecía en televisión". Desahuciado y deprimido, fue a médicos, endocrinólogos, psicólogos y hasta se dejó rociar con sangre de borrego por un curandero.
Paradójicamente todos los análisis de sangre señalaban que estaba sano, no tenía colesterol, ni el azúcar alto y su alimentación a base de frijoles, huevos y leche tampoco era la respuesta al incontrolado aumento de peso. Nadie acertaba con la solución a un problema que parecía ir más allá de la alimentación.
Médicos españoles, italianos, estadounidenses y mexicanos se interesaron entonces por su caso, pero fue el afortunado Barry Searse del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) quien consiguió colgarse la medalla. El especialista convenció a Manuel para imponerle una dieta a base de proteínas y carbohidratos de baja densidad combinada con un "superaceite de pescado", tal y como lo llama Searse.
A pesar de su renovada ilusión, Manuel modera su optimismo recordando experiencias anteriores. Hace cinco años, patrocinado por una marca de píldoras de adelgazamiento, consiguió reblandecer la gran bola de mas de 100 kilos en que se había convertido su tripa. Logrado el primer paso, un grupo de médicos le hizo una lipectomía con la que consiguieron quitarle 80 kilos. La operación fue retransmitida por un canal de televisión y las fotos de aquel momento, con los médicos aireando el trofeo, parecían más propias de un matadero que de un hospital.
El anestesista no logró dormir por completo su cuerpo y Manuel aún recuerda como sentía que hurgaban en su interior cuando, en realidad, el cirujano jefe cortaba y remendaba con el brazo, introducido casi hasta el codo, en su vientre. De aquella intervención salió con menos kilos, pero tuvo que pasar 25 días en la UCI con 120 puntos de sutura encima. Ocho meses de recuperación le condenaron de nuevo al sedentarismo total. Volvió a engordar y aparecieron entonces las dos inmensas bolsas de grasa en las que se han convertido sus piernas.
En cualquier caso, Barry Searse insiste en que en los próximos seis meses esperan "una pérdida acelerada del exceso de peso de masa corporal". La promesa sigue siendo llegar a los 100 kilos en los próximos cinco años.
Actualmente Manuel Uribe, con un peso de 330 kilos contrajo matrimonio con su novia, Claudia, en en el municipio de San Nicolás, vecino a Monterrey (México).
hayyy que guapo eeeelllll
ResponderEliminarpues q ahora mas q nunca le heche muchas ganas a la vida ya q su vida esta retomando un nuevo runbo con lo de su matrimonio y tambien con los kilos q ha logrado bajar q no pierda la fe por q dios esta con uno simpre y no nos abandoma animo....
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